martes, 1 de marzo de 2011

Todo tiene un límite


El profesor empezó a dictar y los niños escribían. Luego el profesor puso el texto en la pizarra y los alumnos corrigieron las faltas. Cada uno el texto de un compañero. Cada falta cometida, la palabra diez veces. Si al que corregía se le pasaba una, esa palabra, veinte veces. 

Paco se levantó y dijo "Luis no me ha corregido el acento en límite". El profesor castigo con 20 límites a Luis y felicitó al delator. Luis volvió al día siguiente y no había hecho la tarea. El profesor le castigó con 40 límites. Y al día siguiente el doble, y al otro, y al otro… Luis tenía que escribir 320 límites, y si no, sería expulsado de la escuela. La madre lo encerró el fin de semana en su cuarto. Luis no escribió ni un solo límite en 48 horas. El lunes lo acompañó al colegio para decirle al director que su hijo no iba a hacer el castigo y que ella no lo iba a matar por ello. Por qué no lo haces le preguntó el director y Luis respondió "yo no soy un delator, todo tiene un límite, todos los límites tienen acento, y yo tengo personalidad". 


(Columna El territorio del gamusino del periódico gratuito 20 Minutos del día 19-3-08, por Pablo Carbonell)


                                                     

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